Triste tuit

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Es este un minúsculo pero sustancioso ejemplo de la idiotez hispana. La autora es María Antonia Trujillo, quien no puede decir que se dejó llevar por un arrebato de patriotismo, ni por los efluvios de la bebida al tuitear, ya que esperó al día siguiente de la humillación para sacar pecho y satisfacer la imperiosa necesidad de comunicar a toda la red que en un restaurante madrileño de Chamartín le habían servido agua de Font Vella que, al parecer, es catalana, y que, en consecuencia, había decidido no volver a pisar tal lugar. Solo sería un dislate más si no fuera porque María Antonia Trujillo es profesora de Derecho Constitucional y ex ministra de Urbanismo y Vivienda, en el Gobierno de Zapatero. Una persona, por lo que parece, formada, capacitada y que había tenido un cargo de responsabilidad en un Gobierno socialista de España que se suponía progresista. ¿Tiene remedio este país?

Cataluña. Un lamento y dos preguntas

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Culminada una etapa más del devenir catalán e hispano, sólo una etapa más, me hago eco del final del artículo que Javier Elzo acaba de publicar en su blog: “¡Con lo fácil que era atenerse a lo que deseaba el 80% de los catalanes, una consulta pactada! ¿Qué democracia es esa en la que la voluntad pacífica del 80% de una población de expresarse en una consulta no es tenida en cuenta? ¿Dónde queda la legitimidad de una ley que, supuestamente, la prohíbe o la impide?.

Sólo añado: … continuará. No se pierdan el próximo episodio.

Cataluña: ¡Despejad la incógnita!

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Hasta para quienes nos consideramos “de letras”, las matemáticas pueden ser útiles ante una realidad política tan compleja como la catalana. Los que así piensan, dicen que aportan un espíritu riguroso y de síntesis que ayuda a resolver problemas. Sólo hay que enunciar una ecuación, introducir la incógnita y desprenderse de cualquier tipo de prejuicio.

El Centro Nacional de Recursos Textuales y Léxicos define una ecuación como “una igualdad entre dos expresiones, que contiene una o varias incógnitas y puede comprobarse dando uno o varios valores a estas incógnitas”. Otra definición obtenida de una clase de matemáticas de 4º de ESO, que quizá puede entenderse mejor, dice que “una ecuación es una igualdad entre dos expresiones que contiene una variable, normalmente denominada “x”, que sirve para resolver problemas”.

Si, como parece evidente, hay un problema serio en Cataluña, podemos plantear la siguiente ecuación, incluyendo todos los factores necesarios para resolverlo. Tenemos un pueblo catalán (Pc) dividido, por lo que parece ‘fifty-fifty’, entre una expresión nacionalista (N) que apuesta por la independencia y otra (U) que puja por mantener la unidad española, ambas enfrentadas; queremos, por otra parte, que la solución del problema sea democrática (D) y respete la ley (L), el Estado de Derecho; sólo nos falta introducir la incógnita (x) que hay que despejar, cuál es la solución del problema, normalmente denominada (S). Este enunciado, traducido y simplificado en términos matemáticos es el siguiente:

Pc(N/U)=x(D+L) ⇒ x=S

Despejada la “x”, la solución es un referéndum pactado que evitará el enfrentamiento mediante una solución democrática que respete la ley.

Josep Borrell se encargó ayer de recordarnos que Cataluña no es como Lituania, Kosovo o Argelia, pero sí se puede parecer más a Quebec o a Escocia, realidades con problemáticas similares en las que se optó por la misma solución. Lástima que el matemático Borrell, se haya posicionado en la “U” y no en la “S”, pero todavía quedan las horas suficientes para llegar a un acuerdo que pare la Declaración Unilateral de Independencia con el ofrecimiento de la apertura de la correspondiente negociación para realizar un Referéndum Pactado en Cataluña, que es como arreglan los países democráticos este tipo de controversias. Es, por otra parte, lo que quiere la gran mayoría de los catalanes según un estudio del CEO (Centre d’Estudis d’Opinió); la única salida para cualquiera que oiga con las dos orejas.