Netanyahu entre tinieblas
Teme al hombre de un solo libro (hominem unius libri timeo), recomendó Santo Tomás de Aquino un día de los muchos que se levantó inspirado.
Por eso, entre otras cosas, debemos temer a Netanyahu, porque es uno de esos hombres de un solo libro. Con la arrogancia que le caracteriza, ha planteado la guerra de Israel contra Hamas como una forma de hacer realidad la profecía de Isaías: “Nosotros somos el pueblo de la luz y ellos son el pueblo de la oscuridad, y la luz triunfará sobre las tinieblas”. Y se ha quedado tan pancho.
Evidentemente, el primer ministro de Israel asocia el pueblo de la luz con el pueblo judío y el de la oscuridad con el pueblo palestino.
Al parecer, la línea política de Netanyahu la marca un señor del siglo VIII antes de Cristo, que, por cierto, también es profeta para el Islam.
Pero es más temible, si cabe, porque de ese único libro selecciona solo la parte que le interesa. Porque Isaías también dijo (5.20): “¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!”.
La humanidad se debate entre tinieblas con Netanyahu al frente, y para que Íñigo Domínguez no sea una voz que clama en el desierto, como también dijo el profeta (Isaías 40:3), yo me sumo a su ruego cuando implora: “profeta Isaías, allá donde estés, haz algo, a ver si a ti te hacen caso”.