Era 6 de julio de 1957, un sábado caluroso y húmedo. En Woolton, un suburbio del sur de Liverpool, se celebraba la fiesta parroquial anual en la iglesia de St. Peter. Cuando Paul llegó, sobre el escenario, John cantaba Come go with me, al frente de los Quarrymen. ¡Es genial!, pensó, impresionado por su magnetismo y su liderazgo. A pesar de sus rudimentarias habilidades con la guitarra y su tendencia a improvisar cuando olvidaba la letra, era capaz de mantener al público expectante con su encanto. Después del concierto, fue Paul quien impresionó a John. Ivan Vaughan, amigo de John y compañero de clase de Paul en el Liverpool Institute, hizo las presentaciones. Paul cogió la guitarra que llevaba a la espalda y cantó algunos temas de Eddie Cochran, Gene Vincent y Little Richard. John quedó impactado por el talento natural de Paul para interpretar aquellas canciones. Unas semanas después, Paul era invitado a formar parte del grupo. Allí empezó todo. John Lennon, tenía 16 años, y Paul McCartney, 15.
Pronto descubrieron que dos personalidades tan distintas como las suyas podían ser complementarias. Empezaron a componer y producían canciones como churros. Las anotaban en un cuaderno de Paul, todas con una rimbombante rúbrica que rezaba “otro original de John Lennon y Paul McCartney”. Como sostiene Mark Herstgaard, autor del libro ‘A day in the life’, lo primero que les diferenció de las tendencias de la época fue su voluntad de conformar, desde el principio, una sociedad de autores. Cada vez que encaraban la creación de un nuevo tema, uno de ellos hacía la propuesta principal sobre la que empezar a trabajar, pero al final todas las canciones llevaban la firma Lennon-McCartney. “Desde los primeros días que pasaron juntos, John y Paul fueron rivales, además de amigos; competidores, además de socios; críticos, además de compañeros del alma”, sostiene Herstgaard.
Efectivamente, como ha dicho McCartney, “nos complementábamos el uno al otro, éramos un poco yin y yang. Cada uno puso de su parte y salió algo extraordinario”. Pero las diferencias de carácter y temperamento estaban ahí. En una entrevista para la revista Playboy en 1980, Lennon declaró: “Uno podría decir que él [McCartney] proveía luminosidad y optimismo, mientras que yo siempre iba a la tristeza, la discordia o a un costado más bien depresivo. Durante un tiempo, pensaba que no escribía melodías, que Paul lo hacía y que yo sólo escribía rock n’ roll directo y a gritos”. Al Paul positivo y realista a menudo se le oponía, a veces de forma feroz, el John sarcástico e idealista.
Canción a canción, éxito tras éxito, la competencia fue haciéndose más patente. Dan Richter, que fue asistente personal de John Lennon y Yoko Ono, ha abundado en detalles sobre esa rivalidad que fue surgiendo entre los dos músicos, en una nueva entrevista para The Telegraph. Según Richter, Lennon recelaba del talento compositivo de McCartney: “Le molestaba que Paul pudiera escribir esas dulces melodías como Yesterday y Hey Jude. Él no podía hacer eso. Era demasiado duro, o demasiado inteligente”.
Como todo el mundo sabe, las tensiones fueron en aumento y, al final, hicieron que todo saltara por los aires. Pero, después de la tempestad siempre viene la calma y a la hora de hacer balance de aquella vorágine creativa, nunca se pueden descartar las sorpresas. De todas las canciones que brotaron de aquella sociedad, Paul se queda con una.
En una larguísima conversación de Rick Rubin con Paul McCartney, que se ha convertido en un documental titulado McCartney 3,2,1, el mítico productor le pregunta:
– ¿Cuál es la canción favorita de Paul McCartney de su etapa en la banda de Liverpool?
Sin despeinarse, le responde:
-Cuando me lo preguntan, estoy tentado de decir que es Yesterday, porque la escribí de una manera muy mágica, pero la que más me gusta es Here, There and Everywhere.
Si la respuesta es sorprendente, más aún el motivo de la elección, que tiene bastante que ver con la intrahistoria de aquella relación tan intensa que hemos comentado.
Paul cuenta a Rubin que se había reunido con el resto de la banda para enseñarles la canción que acababa de componer, y que John no llegaba. “No estaba siempre listo, digámoslo así”, dice McCartney con una sonrisa nostálgica. Cuando por fin apareció y escuchó Here, There and Everywhere… “recuerdo que me dijo: oh, esta sí que me gusta… ¿Sabes qué? Eso era suficiente. Viniendo de John, eso era una gran alabanza”.
Que después de tanto tiempo, esas escuetas y discretas palabras de Lennon hayan podido calar tanto en McCartney como para elevar de esa manera el significado y la importancia de una de sus canciones, da cuenta del verdadero vínculo que unía a ambos. Una alianza imperfecta, claro, pero que es posiblemente la más fructífera de la historia del rock.
Recientemente, hemos podido comprobar que la sombra de John Lennon es alargada. Paul ha revelado a BBC2 que todavía piensa en él cuando tiene problemas con alguna canción: “Estoy escribiendo algo y digo: ‘Oh Dios, esto es terriblemente horrible’. Y pienso: ‘¿Qué diría John?’”. El diría: “Sí, tienes razón. Es espantoso. Tienes que cambiarlo”.
Como prólogo al lanzamiento de la reedición del disco de The Beatles ‘Revolver’, se ha publicado el video animado que abre esta entrada, para ilustrar la canción Here, There and Everywhere. Ha sido producido por la compañía Trunk Animation y dirigido por Rok Predin.