La porra de Txema

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Si algo ha quedado claro tras las elecciones generales del 23-J, es el fracaso de las encuestas, en algunos casos estrepitoso. De los 112 sondeos publicados que han visto mis ojos, 70 han sobreestimado la fortaleza del PP (62,5%) y 111 han subestimado la del PSOE (99,1%). No han acertado ni en los sondeos realizados “a pie de urna” durante la jornada electoral.

Se podrán argüir muchas razones para este descalabro y de todo habrá, sin duda, pero a mí me llama la atención que el error en la predicción depende mucho del medio que publica la encuesta, más aún, de su tendencia política. Así vemos, por ejemplo, que el último día permitido para publicar sondeos, seis días antes de la jornada electoral, los periódicos de la derecha hacen los siguientes pronósticos para el PP: ABC-Vocento, 152 escaños; La Razón, 153-156; El Mundo, 145-150; Ok Diario, 152; y El Debate, 150-152, entre 12 y 20 escaños más de los 136 conseguidos. Por supuesto, todos daban mayoría absoluta (176 o más) al bloque de la derecha: ABC-Vocento, 180; La Razón, 179-184; El Mundo, 171-179; Ok Diario, 181; El Español, 180; o El Debate, 181-185, cuando la suma PP+Vox se ha quedado en 169.

Sin embargo, la publicada por los medios progresistas se acerca mucho más a la realidad: El País, daba 135 para el PP (uno menos de los conseguidos); eldiario.es, 130-138; La Sexta, 134-140; en ambos casos, dentro de la horquilla. Lo mismo para el bloque de la derecha que, o no llega a la mayoría absoluta o sólo en el valor más alto de su previsión.

Para la izquierda, solo los medios progresistas llegan a pronosticar los 153 escaños conseguidos por PSOE+Sumar: eldiario.es y La Sexta, en los valores más altos de sus horquillas: 153 (clavándolo) el primero, y 150 el segundo. El País les daba 146. Los medios de la derecha se quedan muy por debajo, algunos muy lejos.

El sondeo del Institut Opinòmetre para el diario catalán Ara, que incluye en sus horquillas todos los resultados obtenidos en las urnas, con la única excepción de Vox por solo tres escaños, ha demostrado que se puede hacer mucho mejor.

Si el CIS ha acreditado un sesgo izquierdista, queda claro que gran parte de la prensa española tiene un sesgo derechista. De todas formas, hay que reconocer que la macroencuesta difundida el 5 de julio, en vísperas del inicio de la campaña electoral, la única que traduce los porcentajes a escaños, es una de las más precisas, al dar la victoria al PP con una horquilla entre 122 y 140 escaños (obtenidos 136) y al PSOE entre 115 y 135 (obtenidos 122). Para el tándem PP-Vox el pronóstico preveía entre 143 y 169 (y han conseguido 169).

Todo esto no hace sino abundar en la sospecha de manipulación de las encuestas, con la intención de crear un estado de opinión favorable a los intereses de los medios citados, ejerciendo, más que nunca, de ‘cuarto poder’. Lo que ha denunciado el líder de Vox, afirmando que “la campaña electoral la han dirigido las encuestadoras y que ha habido una gigantesca manipulación de las encuestas”, para beneficiar al PP en perjuicio de Vox, ha asegurado Abascal. En realidad, para beneficiar al PP en perjuicio de cualquier otra opción

No es de extrañar que el periodismo sea la segunda profesión peor valorada en España, justo detrás de la de juez. Según el último informe de Reuters Digital News, los medios de comunicación españoles tienen la credibilidad más baja de Europa.

Al final, tenía razón Txema, un buen amigo, cuando después de enviarme su pronóstico me dijo: olvídate de los demás sondeos, el mío es el bueno. Se ha quedado a dos escaños de los 153 conseguidos por PSOE+Sumar, y a tres de los 169 del tándem PP+Vox, clavando los 136 del PP. ¡Ah!, y como buen conocedor de la realidad navarra, dando uno a UPN, lo que no vaticinaba ninguna de las encuestas publicadas por las empresas demoscópicas.

Las 112 encuestas

Érase una vez el periodismo

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Tras el incidente del golfo de Tonkín, en 1964, el presidente de Estados Unidos Lindon Johnson había obtenido el apoyo del Congreso para incrementar en grandes contingentes y armamento la intervención en Vietnam.

El periódico The New York Times, que en principio había respaldado al presidente, empezó a sospechar que detrás de la gran escalada militar había, como demostraron más tarde los papeles del Pentágono, una gran mentira. Este diario publicó un editorial con el título ‘El misterio del golfo de Tonkín’, en el que criticaba el “secretismo de la burocracia” estatal.

Johnson decidió entonces llamar a la Casa Blanca a un editorialista muy influyente, James Scotty Reston. Un mito del periodismo americano del siglo XX, dos veces premio Pulitzer. La pretensión del presidente en aquel encuentro de 1965 era atraer a sus posiciones al prestigioso Scotty Reston, ocultándole información básica. Pero Scotty no picó el anzuelo.

– Creo que está usted intentando salvar la cara –le dijo al fin.

El presidente se removió inquieto en su sillón y dio por terminada la conversación, no sin antes responderle:

– No estoy intentando salvar la cara. Estoy intentando salvar el culo.

Y Scotty Reston se fue por donde había llegado, dejando al hombre más poderoso del mundo con un palmo de narices.

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El pasado mes de abril, The New York Times publicaba en las páginas de Opinión de su edición internacional, una viñeta satírica que caricaturizaba al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, como un lazarillo, un perro guía, que conducía a un presidente Donald Trump ciego.

El autor del dibujo, que abre esta entrada y que previamente había sido publicado en el semanario de su país Expresso, es el portugués Antonio Moreira Antunes, y con él pretendía expresar su desaprobación por lo que entendía como un apoyo ciego que el magnate daba a la política del israelí.

El poderoso lobby judío ha puesto el grito en el cielo, acusando al periódico de antisemitismo y como consecuencia de su presión y de las exigencias del presidente estadounidense, The New York Times ha retirado la caricatura y se ha disculpado por su publicación: «La edición impresa internacional del pasado jueves incluye un chiste antisemita (…). La imagen es ofensiva y publicarla fue un error de criterio», ha explicado el rotativo, comprometiéndose a que “nada semejante” volverá a suceder. El responsable de las páginas editoriales, James Bennet ha anunciado, además, que el periódico dejará de publicar viñetas políticas a partir del 1 de julio y que ha rescindido su relación contractual con dos dibujantes del diario, Patrick Chappatte y Heng Kim Song.

Donald Trump se ha removido en su sillón, como en su día lo hizo también Johnson, pero en esta ocasión para sacar pecho y escribir en su cuenta oficial de Twitter: «The New York Times se ha disculpado por esta terrible caricatura antisemita, pero no se han disculpado conmigo por esto ni por todas las noticias falsas y corruptas que imprimen a diario. Han llegado al nivel más bajo del ‘periodismo’ y al nivel más bajo de la historia de The New York Times«.

Por su parte, Gérard Biard, redactor jefe de Charlie Hebdo, inquieto, como también quedó Johnson en su día, se ha preguntado: “¿A quién teme ofender The New York Times? ¿Hasta dónde será capaz de llegar para evitar problemas con ciertos colectivos o grupos de presión?»

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Dos imágenes radicalmente opuestas: La del editorialista Scotty Reston, largándose del despacho del presidente cuando éste intentaba salvar su culo, y la de James Bennet, el responsable de las páginas editoriales del periódico, arrastrándose para salvar el culo de sus jefes. La de Lindon Johnson, inquieto por el resultado de su entrevista con un periodista, y la de Donald Trump, exultante, porque los periodistas no han podido soportar la presión y han terminado hincando la rodilla.

La distancia que media entre estas dos actitudes, en un diario de prestigio como The New York Times, es la misma que separa la luz del alba y el ocaso del cuarto poder, del periodismo comprometido con la libertad y la búsqueda de la verdad.