Quienes disfrutamos con la música de Peter Gabriel y hemos seguido su trayectoria artística y vital, sabemos que sus temas no siempre son fáciles de descifrar. Sin embargo, pocos resultan tan enigmáticos como Mercy Street (calle Misericordia).
Incluido en su álbum So, de 1986, con un ritmo cadencioso y una base de discretas percusiones, nos lleva a recorrer un mundo oscuro, de playas desoladas antes del naufragio, de calles solitarias de un pueblo fantasma. De uno, del cual sólo la muerte te permite escapar. Pero para entenderlo, antes debemos conocer a Anne, su única habitante.
Sin pretenderlo, Anne Sexton se convirtió en una de las poetisas más influyentes y controvertidas del siglo XX. La menor de tres hermanos de una familia adinerada de Massachusetts, mujer de penetrantes ojos claros y una belleza que incluso le permitió trabajar como modelo, parecía destinada a disfrutar de una vida plena y feliz.
Sin embargo, desde su infancia vivió atormentada por la sombra de las enfermedades mentales, con severos episodios de depresión y cuadros psicóticos que le llevaron a ser internada, cuando apenas tenía 26 años de edad, tras intentar suicidarse en varias ocasiones.
Buscando ayuda, fue animada por uno de sus terapeutas, el doctor Martin Orne, a intentar plasmar por escrito sus delirios. Se apuntó a un taller de poesía y así encontró una válvula de escape para neutralizar sus frustraciones, convirtiéndose en una de las principales exponentes de la llamada poesía confesional, un controvertido género en el que la autora desnudaba por completo su intimidad.
En 1969, compuso 45 Mercy Street, poema con el que regresaba a su juventud intentando llenar, sin éxito, los traumas de su pasado. Parecía que las cosas le iban bien, ganó incluso el premio Pulitzer, pero su vida personal seguía sumida en el desastre. La tarde del 4 de octubre de 1974, se puso el abrigo de piel que heredó de su madre, tomó un tercer vaso de vodka y cerró las puertas del garaje de su casa. Luego puso en marcha su Cougar rojo y esperó a la muerte. Tenía 45 años y era su quinto intento de suicidio. Esta vez lo consiguió.
Peter Gabriel conoció los trabajos de Anne Sexton cuando ya había fallecido. Le impresionó, sobre todo, que la poetisa no escribiera para un público, sino para ella misma, hasta el punto de dejar instrucciones expresas para que sus últimos poemas no se publicaran antes de su muerte.
Gabriel, que ya había dedicado su tercer álbum en solitario, casi por completo, a las vicisitudes de los problemas mentales, quedó prendado por la obra de Sexton. Sin embargo, él mismo tendría que sentir de cerca el paso de la muerte para crear su propio tema.
En septiembre de 2013, el ex líder de Genesis contó una de las experiencias más traumáticas que le tocó vivir durante los muchos vuelos que había realizado en la década de los ochenta. Irónicamente, este no era de trabajo, sino que pretendía ser de vacaciones.
“La Pan Am –cuenta Gabriel– tenía un programa de kilómetros premio para viajeros frecuentes. Como yo había superado los 160 mil kilómetros, canjeé un boleto para ir de Los Ángeles a Río de Janeiro. Desde luego, la trampa era que uno tenía que viajar en clase económica”.
“En el camino saludé a Verdine White, bajista de Earth Wind & Fire, quien viajaba en primera clase. Poco después del despegue, el capitán nos habló por los altavoces para anunciar que la nave tenía problemas con su tren de aterrizaje, por lo que tendríamos que volar sobre el Pacífico para gastar combustible y luego realizar un aterrizaje de emergencia”.
“Todos a bordo estábamos muy asustados. Algunos comenzaron a escribir cartas de despedida para sus familias. Incluso yo escribí algunas palabras. Entonces Verdine vino a verme desde primera clase y, con una voz muy profunda me dijo: “Reza, hermano”.
“Gracias a Dios, el piloto logró que aterrizáramos a salvo. Al día siguiente tomé otro vuelo hacia Río, donde me encontré con el baterista Djalma Correa. Trabajé algunas ideas con él, que más tarde darían forma a lo que es Mercy Street”, contó el artista.
Peter Gabriel logró sobrevivir y quiso recordar a Anne Sexton, dándole en su canción un final distinto al que la atormentada poetisa merecía:
“Anne y su padre ya están sobre el bote,
remontando las aguas,
remontando las olas,
sobre el mar”