Ximona ha sido la reina de la fiesta en la última feria de Santo Tomás. Las medidas de seguridad adoptadas han evitado los problemas que se produjeron en la anterior, cuando el grupo animalista Frente de Liberación Animal saboteó la presencia en la plaza de la Consti de su colega Gilda, para “dar una respuesta contundente mediante la acción directa a la situación y las condiciones que sufren los animales”, porque “los cerdos, como las demás especies, también tienen sistema nervioso central y la capacidad de sentir; y, por ende, son individuos que merecen respeto”, dijeron. Algo hemos conseguido, se acabó la tradicional rifa y, terminada la feria, la cerda vuelve al caserío.
Y es que los animales lo pasan realmente mal. Por eso es comprensible que a la cerda de cartón piedra del Belén de la plaza de Guipúzcoa le hayan hecho una pintada, para sensibilizarnos sobre el asunto. Además, como ya nos venía advirtiendo la gente que sabe de esto, el ruido de los cohetes hace sufrir a sus mascotas, porque les provoca «ansiedad, desequilibrio nervioso, taquicardias, temblores, náuseas, pérdida de control, e incluso el fallecimiento». Así que hemos limitado el uso de la pirotecnia en Nochevieja a media hora y, de momento, hemos mitigado el sufrimiento.
En cuanto a nuestro Olentzero, fiel a la cita navideña, ha aparecido estos días sentado en una de las terrazas del Ayuntamiento. Al jovial carbonero, borrachín, tripazai y un poco misógino, lo hemos hecho feminista junto a Mari Domingi. Pero todavía lleva su capón, antes de que nos planteemos convertirlo en vegetariano o vegano, y sigue produciendo CO2 con su txindorra en el bosque. Así que igual tenemos que darle una vuelta al asunto para la próxima Navidad.
Donde realmente hemos avanzado de manera importante, es en la cabalgata de los Reyes Magos. Este año sin animales: ni ovejas, ni bueyes, porque su desfile ocasiona estrés y una “humillación innecesaria a estos seres sintientes”; ni antorchas, claro, que contaminan el aire, y los hemos sustituido por unos artilugios con lucecitas de colores y unos caballos hinchables. Por poner una pega, diré que no sé cómo todavía el rey negro sale el último.
Así que, a ver, quién decía que somos tradicionalistas y que no sabemos innovar.