El falsario de Nafarroa

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Una suave brisa que llega del sur, trae hasta mi camarote el rumor de una polémica sobre la denominación en euskera de Navarra que, como todas las que afectan a la toponimia, no es inocente.

El ocaso de los falsarios es el título de un pequeño opúsculo escrito por Jaime Ignacio Del Burgo, que el propio y prolífico autor navarrista juzga como modesto ensayo de aproximación al problema vasco. En realidad, se trata de una crítica intensa de los argumentos de sus adversarios, a partir de una interpretación sesgada de la historia, en la que destila, gota a gota, sus recurrentes fobias, más inspiradas en la intención política que en la objetividad histórica.

Dice Del Burgo en la página 59: “No hemos hablado hasta ahora de los territorios que los nacionalistas llaman “Iparralde” o “Euzkadi Norte” (sic), integrada por las demarcaciones vascas de Soule, Zuberoa y Benabarra (ahora, a esta última, la llaman Nafarroa Bereha (sic) = Baja, pues los de este lado del Pirineo somos la Nafarroa –qué nombre tan espantoso– Garaia = Alta).”

Su desafección por la “lingua navarrorum” queda patente en las páginas 90 y 91 cuando asegura: “Son muchos los que piensan (él entre ellos) que si en los años de la Transición naufragó el intento de integrar a Navarra en Euzkadi (sic) por aplicación del principio de hechos consumados, no tiene sentido ahora dar facilidades para la extensión de un idioma prisionero de la concepción nacionalista, por más que se haya intentado despojarle de su connotación política. Para quienes así piensan (él entre ellos), el vascuence se ha convertido en el “caballo de Troya” del nacionalismo vasco en Navarra.”

… y sigue: “hasta impusieron a Navarra un nuevo nombre –a mi parecer horrendo–, olvidando que los navarros siempre la habían llamado en vascuence Nabarra, siendo Nafarroa un término introducido en época reciente, no sé si como fruto de un purismo lingüístico ajeno al habla popular de nuestra tierra o por alguna razón de tipo político que no llego a alcanzar.” Tesis en la que insiste en su “Argumentario contra el manifiesto abertzale sobre 1512”: “Olvidan que en vascuence Navarra se escribe “Nabarra” (según Sabino Arana y Arturo Campeón (sic), por Campión) o “Naparra” (según Iparraguirre).”

El vocablo Nafarroa aparece impreso ya en tiempos de Felipe II, en la obra “Iesus Christ gure Iaunaren Testamentu Berria”, traducción al euskera del Nuevo Testamento que la reina de Navarra Juana de Albret encargó al clérigo labortano Joanes de Leizarraga y que vio la luz en 1571, antes de que Miguel de Cervantes publicara la primera parte de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” y casi tres siglos antes de que naciera Sabino Arana.

El que es el segundo libro publicado en euskera de los que se han conservado, editado por el impresor Pierre Hautin en La Rochelle el 22 de agosto de 1571, está dedicado por el autor a la reina de Navarra: “Gvcizco andre noble Ioanna Albrete, Naffarroaco Reguina…”. En otra parte del texto, vuelve a hacer referencia a Nafarroa: “Baina are guehienic bihotz eman vkan cerautana cen nic nuen sperançá, ecé moien hunez. Iaincoaré hitz purac vkané luela sartze eta auáçamédu Heufcal-herrian: eta hunetacotzat çu Andreá, hunez cerbitzaturen cinadela trompettabaten ançora, ceinez Iaincoac deitzé baitzaitu hala çure Naffarroaco resumá-ere Satani guerla eguitera, nola eguin eta eguité-ere baitraucaçu çure dominationeco berce leku gucietá” (“… a declararle la guerra a Satán también en vuestro reino de Navarra”) (Transcripción literal del original).

En 1643, el navarro Pedro de Agerre, Axular, en su obra Gero, igual que Leizarraga, se refiere a Nafarroa. Dirigiéndose al lector (“Iracurtçailleari”) reflexiona sobre la dificultad de escribir un euskera inteligible para el conjunto de los vascos: “Badaquit halaber ecin heda naitequeyela euscarazco minçatce molde guztietara. Ceren anhitz moldez eta differentqui minçatcen baitira euscal herrian, Naffarroa garayan, Naffarroa beherean, Çuberoan, Lappurdin, Bizcayan, Guipuzcoan, Alaba-herrian eta bertce anhitz leccutan” (“Sé asimismo que no puedo llegar a todos los modos de hablar del euskera. Pues se habla de muchas maneras y diferentemente en Euskal Herria, en la Alta Navarra, en la Baja Navarra, en Zuberoa, en Lapurdi, en Bizkaia, en Gipuzkoa, en la tierra de Álava y en otros muchos lugares”) (Transcripción literal del original).

Así pues, Nafarroa no es un nombre de “ahora”, “un término introducido en época reciente”, ni “un nuevo nombre” que los nacionalistas quieren imponer a los navarros, como asegura Jaime Ignacio Del Burgo, doctor en Derecho por la Universidad de Deusto, académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y de la Real Academia de la Historia. ¿Se puede inferir desconocimiento en alguien a quien le gusta alardear de semejante curriculum?

En la contraportada de El ocaso de los falsarios, el autor aclara a quien pudiera tener alguna duda sobre el título de la obra, que falsario es el que no dice la verdad. Es por lo que al modesto entender de este capitán le parece que, embarazado de prejuicios, cree el fraile que todos son de su aire.

Javier Cercas distingue el crítico matón del provocador. El crítico provocador incita a la lectura mientras que el matón te quita las ganas de seguir leyendo. El crítico matón no suele ser tonto –añade–, pero nunca es tan listo como él se cree; en realidad, sería menos tonto si no se creyera tan listo.

Navarra, la tierra en la que crecieron los mástiles de esta nave, se llama Nafarroa en euskera, aunque al crítico matón no le guste.

Suzanne: Leonard y Suzanne

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Esa mirada de Suzanne no necesita ni letra, ni música. El 27 de diciembre de 1967, sólo unos meses después de su accidentada participación en el concierto del Town Hall de Manhattan, en el que por primera vez cantó ante el público y Suzanne recibió su atronador aplauso, Leonard Cohen publicaba su primer disco. No pasó mucho tiempo sin que sus fans se preguntaran quién era aquella Suzanne que llevaba a Leonard a su refugio, “cerca del río”, donde “puedes escuchar los barcos pasar”.

No podía ser la mujer que ocupaba su corazón, Suzanne Elrod, la fotógrafa que sería madre de sus hijos Adam y Lorca, porque su noviazgo comenzó en 1969. ¿Quién entonces?. La Suzanne que quedaría para siempre inmortalizada con aquella canción, era Suzanne Verdal, una joven bailarina de Montreal. Se conocieron a principios de 1960 en Le Vieux Moulin, un club en el que bailaba con su novio Armand Vaillancourt, escultor y buen amigo del cantautor. Después de su traumática separación, Leonard le visitaba regularmente en su refugio junto al río San Lorenzo, daban largos paseos por los muelles escuchando el sonido sincronizado de sus zapatos, comunicándose en silencio. Suzanne ha dicho: casi nos oíamos pensar. A la luz de una vela, tomaban té y naranjas que compraba en el barrio chino.

Muchos de aquellos momentos se convirtieron en versos y Suzanne en la musa que inspiró el poema titulado Suzanne Takes You Down de su poemario Parasites of heaven, editado un año antes que su primer disco y convertido en la canción que abre el universo Cohen. Años más tarde, se encontraron tras un concierto en Minneapolis y Leonard le dijo: “Oh Suzanne, me diste una hermosa canción”.

Suzanne: Judy y Leonard

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El In my life de Judy Collins tuvo tan buena acogida que fue disco de oro al año siguiente, en 1967, y la inclusión de Suzanne en el disco hizo que el nombre de Leonard Cohen empezara a sonar en el ambiente musical neoyorkino y estadounidense. Durante aquellos meses, Leonard viajó con frecuencia a Nueva York, alojándose en el famoso Chelsea Hotel, al que dedicaría una de sus mejores canciones. Como buenos amigos solían pasear por el Greenwich Village y Judy le insistía en que debía animarse a interpretar sus canciones, pero él siempre se negaba, argumentando que se moriría de vergüenza ante el público.

En el mes de abril de aquel año se organizó en el Town Hall de Manhattan un concierto contra la guerra de Vietnam. Esta vez Judy no sucumbió ante sus evasivas y consiguió que a regañadientes aceptara cantar. Lo presentó y Leonard caminó vacilante por el escenario, con las piernas temblándole dentro de los pantalones. Empezó a cantar Suzanne ante un respetuoso y expectante silencio, pero enseguida, a mitad de la primera estrofa, se detuvo. No puedo seguir, musitó ante el micrófono, y salió del escenario.

El público reaccionó de inmediato aplaudiendo y pidiéndole que volviera, mientras Leonard, abrazado a Judy, sollozaba y le repetía que no podía, que no podía. Luego se separó y sonrió, mientras dejaba la guitarra. Judy lo detuvo y agarrándole por los hombros le dijo: crees que no puedes hacerlo, pero sí puedes y lo harás. Leonard la miró, volvió a sonreír, cogió la guitarra y salió de nuevo al escenario. Terminó la canción entre atronadores aplausos. Había nacido un nuevo singer songwriter, un nuevo cantautor.

Triste tuit

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Es este un minúsculo pero sustancioso ejemplo de la idiotez hispana. La autora es María Antonia Trujillo, quien no puede decir que se dejó llevar por un arrebato de patriotismo, ni por los efluvios de la bebida al tuitear, ya que esperó al día siguiente de la humillación para sacar pecho y satisfacer la imperiosa necesidad de comunicar a toda la red que en un restaurante madrileño de Chamartín le habían servido agua de Font Vella que, al parecer, es catalana, y que, en consecuencia, había decidido no volver a pisar tal lugar. Solo sería un dislate más si no fuera porque María Antonia Trujillo es profesora de Derecho Constitucional y ex ministra de Urbanismo y Vivienda, en el Gobierno de Zapatero. Una persona, por lo que parece, formada, capacitada y que había tenido un cargo de responsabilidad en un Gobierno socialista de España que se suponía progresista. ¿Tiene remedio este país?

Suzanne: Suzanne y Judy

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Hace sólo unos días, en plena vorágine navideña, se cumplían cincuenta años de la publicación del primer disco de Leonard Cohen, el 27 de diciembre de 1967. Suzanne era la primera canción, la más emblemática de su carrera, la que abre el universo Cohen, sin embargo no fue su estreno porque ya la había grabado un año antes Judy Collins, su madrina artística.

Leonard era un joven y tímido poeta canadiense de intensa vocación que leía sus poemas en pequeños clubs de Montreal y de Toronto. Convencido de que la poesía no le daría de comer, se propuso convertir algunos de sus poemas en canciones y probar suerte. Desde hacía un tiempo, Mary Martin, una amiga canadiense de Judy, le venía hablando de un tal Leonard Cohen, un poeta con mucho talento, le decía. A finales de mayo de 1966, mientras Judy trabajaba en el que sería su quinto álbum, In my life, Mary insistió: Cohen cree que ha escrito algunas canciones y le gustaría que las escucharas.

Judy Collins le abrió la puerta de su casa en Nueva York. Leonard empezó confesando sus dudas sobre si lo que había escrito podían considerarse canciones, pero luego se sentó en el sofá, apoyó la guitarra en su rodilla y empezó a cantar Suzanne. Judy quedó tan sorprendida y conmovida que inmediatamente decidió interpretarla e incluirla en el disco que estaba grabando. Suzanne es pues el primer tema de Cohen en publicarse, pero no cantado por él sino por Judy Collins, situándole al comienzo de un largo camino.

Populismo

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¿Un espectro recorre el mundo?

«Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca: llegar allí,
he aquí tu destino»

“Ítaca”, Konstantínos Petrou Kaváfis

Entre la niebla de la ciencia política, emerge con vigor inusitado un fenómeno que, de manera cíclica, aparece en las cartas de navegación: es lo que Taguieff ha calificado como “ola populista”. Una gran ola, que empezó a levantarse a partir de la década de los ochenta y que, en la actualidad, las predicciones advierten que amenaza con convertirse en un tsunami capaz de arrasar nuestro atribulado mundo.

Hoy, es un lugar común, casi el único entre los académicos, reconocer que “el populismo está de moda” –palabra del año 2016 para la Fundación del Español Urgente-BBVA–. También, que se trata de uno de los conceptos más evasivos e inasibles de la ciencia política; de ahí que su uso en el lenguaje especializado se reduzca sensiblemente, limitándose normalmente a los movimientos, partidos o regímenes políticos que, por consenso generalizado, se han definido como populistas. Sin embargo, no ocurre lo mismo fuera del ámbito académico. La ligereza y hasta el abuso, con que el término es utilizado tanto por políticos y analistas, como por profesionales de los medios de comunicación, sorprende a cualquiera que siga con interés el devenir de nuestra sociedad contemporánea, porque, de todos los “ismos” que son y han sido, éste es el gran desconocido. Sin embargo, la noción de populismo se toma como algo evidente, como dando por descontado que todos saben de qué están hablando. “La palabra populismo ha sufrido una irónica desventura: se ha hecho popular”, ha apuntado el mismo Taguieff. La confusión que lo envuelve, se hace mayor aún, por tratarse de un término con el que se abarcan muy diversas y contradictorias realidades, incluso radicalmente opuestas ideológicamente.

El Brexit, capitaneado por Nigel Farage, del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), ¿no sería la expresión última, exacerbada, de un recelo británico hacia Bruselas que comenzó a manifestarse ya en 1973 y que ningún gobierno desde entonces quiso o supo combatir eficazmente? Nada, ¡populismo! Y Marine Le Pen, con su Frente Nacional, ¿no es el último avatar de una extrema derecha clásica que hunde sus raíces en la Francia de Vichy? Bah, ¡populismo y sólo populismo! Y ¿Podemos?, ¿acaso no supone un síntoma de la flagrante crisis del régimen de 1978 y de la descomposición del bipartidismo? ¡Tonterías! Vulgar populismo de izquierdas, de inspiración chavista. ¿Y el secesionismo catalán? ¡Populismo nacionalista de manual! ¿Y Trump? ¡La apoteosis del populismo!, dice Joan B. Culla. En el mismo saco de expresiones políticas, se mete también al Partido por la Libertad (PVV), del holandés Geert Wilders, segunda fuerza política en las últimas elecciones celebradas en el país de los tulipanes y el más votado en la simbólica Maastricht, una de las capitales de la construcción europea; a Frauke Petry, de la Alternativa para Alemania (AfD); al Movimiento por una Hungría mejor (Jobbik), de Gábor Vona, y a la Unión Cívica Húngara (Fidesz) de Viktor Orbán, gobernante en el país magiar; al Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), de Norbert Hofer, quien ha disputado la presidencia de su país; al Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe Grillo y a la Liga Norte de Matteo Salvini, de Italia; al Partido Popular Danés (DE), de Kristian Thulesen Dahl; a los Verdaderos Finlandeses, de Timo Soini, uno de los tres socios del gobierno finés; a los Demócratas Suecos, de Björn Söder; también a Amanecer Dorado, de Grecia, liderado por Nikos Michaloliakos, y a Syriza, con Alexis Tsipras al frente del Gobierno griego; al Partido del Progreso (FrP), liderado por Siv Jensen, formando parte de la coalición que gobierna Noruega; al checo Alianza de Ciudadanos Descontentos (ANO) del magnate Andrej Babiš; al flamenco Vlaams Belang, de Filip Dewinter y al Partido Popular Suizo (SVP/UDC) de Christoph Blocher; y así, un largo etcétera que incluye a líderes como el venezolano Hugo Chávez (Partido Socialista Unido de Venezuela), ya fallecido, el polaco Jarosław Kaczyński (Ley y Justicia), el turco Recep Tayyip Erdoğan (Partido de la Justicia y el Desarrollo) y al mismísimo Vladimir Putin (Rusia Unida). Es evidente que no necesitamos recurrir al catalejo para divisar lo que parece una armada invencible. Pero, ¿puede una ideología ser tan omnicomprensiva como aparenta?.

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Presos políticos

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La fea costumbre de interpretar lo que quieren decir las palabras lleva a contaminarlas con matices subjetivos y, a menudo, a abrir debates absurdos. La RAE define preso como persona que sufre prisión, y político a quien interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado y, por extensión, todo lo perteneciente o relativo a la actividad política. A diferencia de un ladrón, un asesino, un violador o un estafador, por ejemplo, quien llega a prisión como consecuencia de sus actos políticos es un preso político.

Prueba de esa subjetividad añadida, resulta evidente cuando los mismos que niegan esa condición a los dirigentes catalanes encarcelados, la pregonan y la reconocen, sin ningún género de duda, en los opositores venezolanos. Allá, igual que aquí, el gobierno argumenta que están en prisión por haber vulnerado las leyes de su país. Aquí y allá, cuando un político llega a prisión como consecuencia de sus actos políticos es un preso político.

Cataluña. Un lamento y dos preguntas

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Culminada una etapa más del devenir catalán e hispano, sólo una etapa más, me hago eco del final del artículo que Javier Elzo acaba de publicar en su blog: “¡Con lo fácil que era atenerse a lo que deseaba el 80% de los catalanes, una consulta pactada! ¿Qué democracia es esa en la que la voluntad pacífica del 80% de una población de expresarse en una consulta no es tenida en cuenta? ¿Dónde queda la legitimidad de una ley que, supuestamente, la prohíbe o la impide?.

Sólo añado: … continuará. No se pierdan el próximo episodio.

Cataluña: ¡Despejad la incógnita!

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Hasta para quienes nos consideramos “de letras”, las matemáticas pueden ser útiles ante una realidad política tan compleja como la catalana. Los que así piensan, dicen que aportan un espíritu riguroso y de síntesis que ayuda a resolver problemas. Sólo hay que enunciar una ecuación, introducir la incógnita y desprenderse de cualquier tipo de prejuicio.

El Centro Nacional de Recursos Textuales y Léxicos define una ecuación como “una igualdad entre dos expresiones, que contiene una o varias incógnitas y puede comprobarse dando uno o varios valores a estas incógnitas”. Otra definición obtenida de una clase de matemáticas de 4º de ESO, que quizá puede entenderse mejor, dice que “una ecuación es una igualdad entre dos expresiones que contiene una variable, normalmente denominada “x”, que sirve para resolver problemas”.

Si, como parece evidente, hay un problema serio en Cataluña, podemos plantear la siguiente ecuación, incluyendo todos los factores necesarios para resolverlo. Tenemos un pueblo catalán (Pc) dividido, por lo que parece ‘fifty-fifty’, entre una expresión nacionalista (N) que apuesta por la independencia y otra (U) que puja por mantener la unidad española, ambas enfrentadas; queremos, por otra parte, que la solución del problema sea democrática (D) y respete la ley (L), el Estado de Derecho; sólo nos falta introducir la incógnita (x) que hay que despejar, cuál es la solución del problema, normalmente denominada (S). Este enunciado, traducido y simplificado en términos matemáticos es el siguiente:

Pc(N/U)=x(D+L) ⇒ x=S

Despejada la “x”, la solución es un referéndum pactado que evitará el enfrentamiento mediante una solución democrática que respete la ley.

Josep Borrell se encargó ayer de recordarnos que Cataluña no es como Lituania, Kosovo o Argelia, pero sí se puede parecer más a Quebec o a Escocia, realidades con problemáticas similares en las que se optó por la misma solución. Lástima que el matemático Borrell, se haya posicionado en la “U” y no en la “S”, pero todavía quedan las horas suficientes para llegar a un acuerdo que pare la Declaración Unilateral de Independencia con el ofrecimiento de la apertura de la correspondiente negociación para realizar un Referéndum Pactado en Cataluña, que es como arreglan los países democráticos este tipo de controversias. Es, por otra parte, lo que quiere la gran mayoría de los catalanes según un estudio del CEO (Centre d’Estudis d’Opinió); la única salida para cualquiera que oiga con las dos orejas.

Brexit

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Mural con el que Banksy expresa su pesar por el Brexit. Un operario, desde lo alto de una gran escalera, aniquila a golpes de martillo y cincel una de las doce estrellas de la bandera de la Unión Europea, rompiendo el círculo que simboliza la unidad y extendiendo grietas amenazadoras desde el centro de la estrella. La obra del genial y misterioso grafitero ha aparecido la noche luminosa del 6 de mayo de 2017 en una fachada del Castle Amusements, un edificio abandonado de la ciudad portuaria de Dover, muy cerca de la terminal del ferry que conecta Reino Unido con la Europa continental. La foto ha sido publicada en la cuenta oficial de Banksy en Instagram.