Suena el teléfono y no cogen. Es mala hora. Por fin.
–Sí, ¿dígame?
–Buenos días, llamo para reservar una mesa
–¿Para cuándo?
–Para mañana, para comer
–¿Cuántos serían?
–Siete
–Muy bien. Espere un momentito que le tomo nota
–¡Ah!… A ser posible, con vistas al mar
Un silencio desconcertado llega desde el otro lado y después de unos largos segundos le digo:
–No, mujer. Que es broma
Y ella, con una risa liberada, me responde:
–Menos mal, porque aquí las vistas al mar son imposibles
–Dígame su nombre y número de teléfono
–Eduardo. 606610666
–¿Para qué hora?
–Las tres menos cuarto
–Muy bien. Lo único… que tenemos el comedor completo y les pondremos más cerca de la barra
–¿Junto a la barra?
–Bueno, es un txoko que tenemos con unos sillones y tal, muy cómodo
–Sí, pero junto a la barra, al lado de las escaleras que bajan a los baños ¿no?
–Sí
–Mira, lo de las vistas al mar lo puedo entender, pero comer en el txokooooo… se me hace más difícil de digerir
Tras otros segundos largos de silencio, vuelvo a la carga
–Además, vamos a ir con unos primos suizos y queremos que se lleven una buena impresión
–Bueno, ya veremos qué podemos hacer
–Tenemos intención de pedir unas paellas. ¿Necesitas saber para cuántos?
–No. Se suelen pedir unos entrantes y, mientras, vamos preparándolas
–Pero es importante que sean puntuales –continúa
–Bien. ¿Podrías concretar más lo del ya veremos?
–Juntaremos las mesas en el comedor y les haremos un hueco
–Muchas gracias
Nosotros llegamos puntuales y allí estaba esperándonos nuestra mesa para siete en el centro del comedor.
El humor es algo muy serio y desarrollar este sentido, ayuda a hacer nuestras vidas mucho más saludables.
El restaurante Bidebide está en la calle Legazpi, en el centro de Donosti, entre el Boulevard y la plaza de Gipuzkoa, lo que hace imposibles las vistas al mar, pero lo compensan con calidad y amabilidad.
Fotografía de Yolanda Itoiz, Donostia 2022