Pablo Milanés, in memoriam

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Cuantas veces dijiste que antes de hacerlo había que pensarlo muy bien. Que esperabas que un día el tiempo se hiciera cargo del fin.

Pues el fin ha llegado. Se acabó ese empeño por tratar de conquistar, con vano afán, ese tiempo perdido que nos deja vencidos, sin poder conocer eso que llaman amor para vivir. Para vivir…

Sentías a raudales, pero no hablabas de uniones eternas y te entregabas como si solo hubiera un día para amar. Te gustaba la canción comprometida. La que hacía pensar.

A todo decías que sí, a nada decías que no, para poder construir la tremenda armonía que pone viejos los corazones. Pero el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos.

Y sí, el fin ha llegado. De madrugada. Has dejado de jugar a hacernos felices. Pero, aunque el llanto es amargo, seguirás abriéndonos el pecho… con siete razones; haciendo que nuestra soledad se sienta acompañada, tantas veces.

Te negaré tres veces antes de que llegue el alba, cantabas. Me fundiré en la noche donde me aguarda la nada. Me perderé en la angustia de buscarme y no encontrarme.

Y seguías cantando…

Pensamiento,
dile a Fragancia que yo la quiero,
que no la puedo olvidar,
que ella vive en mi alma.

Anda y dile así:
dile que pienso en ella,
aunque no piense en mí.


Anda, pensamiento mío,
dile que yo la venero,
dile que por ella muero.

En este momento, no te vamos a pedir que nos bajes una estrella azul; sólo te pedimos que nuestro espacio lo sigas llenando con tu luz.

Esta mañana, miro tu cara y digo en la ventana Pablo, Pablo; eternamente Pablo. Nos costará llenar el breve espacio en que no estás. Descansa en paz, aunque sea lejos de tu mar, de tu palmera; de tu eterna primavera.

2 respuestas a «Pablo Milanés, in memoriam»

  1. Precioso homenaje que solo podría venir de un verdadero yolandés, hoy de las tierras bajas y los ojos tristes. Que inmensa es la lección y didáctica del poeta, cuánto nos enseña de nosotros mismos con tan poquitas pinceladas y lo hace abriéndonos en canal, por eso cuando un poeta, bardo, juglar, cantautor, filosofo, pongámosle la etiqueta que queramos, nos deja, el vértigo de pensar que el manantial se secó nos asusta, pero pronto caemos en que los que nos dio es para siempre, la voz, la letra, la música, la palabra, el poema, tesoros que no perderemos nunca, de los que al final nos despoja la vida como de todo, , pero que dejamos a nuestros deudos, para soportar el dolor de vivir de amores…
    PD. yo en mi trabajada ingenuidad, sostengo que la prohibición de volver al lugar donde fuiste feliz es solo mientras vives. La muerte te libera también de ese limite y creo que en su ultimo latido se fue a varar a esa palmera, a esa playa, a la isla que amaba, a donde si no?

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